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Hidalgo

Sacerdote hidalguense abusó de decenas de niños el siglo pasado

Publicado

el

César Peña

Zempoala, 26 de febrero.- Sacerdote hidalguense abusó de decenas de niños el siglo pasado. No sólo le gustaban los menores, sino que incluso se los llevó a vivir con él. El cura Roque Hernández, quien oficiaba misa en el ex Convento de Todos los Santos de Zempoala, hizo a muchos de ellos sus amantes.

Todo ocurrió en la segunda mitad de la década de los 60 del siglo pasado, cuando el religioso llegó a esta cabecera municipal proveniente del Altiplano, en particular, de la demarcación de Emiliano Zapata.

Se ganó la confianza de la gente y pronto, se erigió en un líder moral que organizaba pláticas a matrimonios, administraba la catequesis y mantenía contacto estrecho a la comunidad, revelan los lugareños.

Pronto, con ese liderazgo no tuvo problema en pedir que le dejaran a los niños para “enseñarles la vida religiosa”. Con la privacidad que ofrece un ex convento con amplios espacios, jardineras y decenas de habitaciones solitarias, comenzó a aflorar su lado oscuro.

Aprovechando su disfraz de cordero, besaba a los niños en la boca. Todos se sorprendían y algunos lo repudiaban, pero la constante era que los padres de estos menores los mandaban una y otra vez al catecismo sin saber que era la jaula para que el lobo hiciera de las suyas.

Complementariamente a ello, Roque organizaba “retiros” exclusivos para niños y jóvenes, donde finalmente desarrolló su peor estrategia: tener cerca a los muchachos en todo momento. Para ello, ofreció pagarles sus estudios profesionales a los jóvenes.

De esta manera, las familias de una decena de jóvenes de entre 15 y 18 años, aceptaron el ofrecimiento al ser su única oportunidad para salir de la pobreza y tener un futuro mejor, sin saber el alto precio que demandaría.

“Simplemente este sacerdote les desgració la vida a los niños”, aseveró Doña Ruth, quien es de las pocas que acepta a hablar sobre esta tragedia para los niños católicos de Zempoala de esa época.

Aunque la mayoría de quienes sufrieron estos abusos ya oscilan entre los 60 y 70 años, no les es fácil hablar sobre ello, pues les dejó una gran cicatriz en el alma.

No se sabe cuántos niños atacó este depredador sexual con sotana, pero se cree que podría haber llegado a los 40 o quizá 50, cuyo dolor lo vivieron en silencio en los tiempos en que la resignación era la norma impuesta por la religión y la educación familiar.

Roque jamás fue demandado penalmente y murió tranquilamente en su casa en la década de los 80.

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