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Hans Schmidt, el único cura ejecutado en la silla eléctrica

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César Peña

México, 6 de junio.- Hans Schmidt, el único cura ejecutado en la silla eléctrica. Este religioso, fue un verdadero monstruo, un criminal que utilizó la religión para asesinar y delinquir en tantas actividades como pudo.

Aunque fue famoso por haber sido encontrado culpable del asesinato Anna Aumuller, a la que descuartizó, años después se supo que Schmidt fue un asesino serial y que además se dedicaba a la falsificación de dinero, de medicamentos, de títulos, era un consumado pederasta y consumía y muy probablemente se dedicaba también al tráfico de drogas.

Nacido en Alemania, llegó a Estados Unidos, donde se instaló en Nueva York, cuando fue abordado por la Policía por el presunto asesinato de Aumuller, quien fue hallada en partes el 5 de septiembre de 1913.

El sacerdote fue entregado por sus superiores cuando quedó acorralado, fue ahí cuando la Policía se enteró que presuntamente Schmidt se casó con su víctima y que porque la amaba tanto y saber que vivía en pecado decidió matarla. La gente de varias Diócesis,  al saber del caso, aportaron dinero para la defensa del religioso.

Sin embargo, la investigación comenzó a revelar que Hans había robado dinero, se había hecho pasar por médico y se había casado con un hombre, Ernest Muret, quien era también su cómplice en la falsificación de dinero que realizaban en St. Nicholas Avenue.

En ese lugar, fue encontrada la maquinaria que hacía billetes de 100 dólares, así como títulos médicos falsos, certificados y hasta medicamento que se presume, pondrían en el mercado sin la autorización de las autoridades y ninguna prueba en seres humanos.

Pero lo más sorprendente es que el hombre fue implicado en la muerte de una niña en Louisville, Kentucky, donde estuvo antes de ir a Nueva York. Por ese crimen, fue sentenciado equívocamente el conserje de la parroquia a 56 años de prisión mientras Hans seguía libre.

Bertha Zech declaró en el segundo juicio  que había conocido al padre Schmidt a través de su dentista hacía un año y que le acompañó a comprar un seguro de vida de 5.000 dólares para Anna Aumuller con él como único beneficiario. Anna nunca lo supo, pues Bertha falsificó su firma. En esta ocasión el jurado solo tardó siete horas en llegar a un veredicto de culpabilidad.

Por estos casos, Schmidt fue encontrado culpable y enviado a la cárcel de Sing Sing donde fue ejecutado el 18 de febrero de 1916. Ya muerto, se supo que el religioso había cometido otros crímenes en su propia tierra natal, Alemania, donde desaparecieron otras chicas cerca de su casa y donde el puso estar implicado.

 

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