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Opinión

La columna #Acento de José Sandoval Ortiz Tlahuelilpan, el enorme ejército de reserva que se puede sacrificar para que no se termine el negocio.

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Delincuencia organizada, sabotaje, premeditación, omisión, apatía oficial, complicidad, encubrimientos, escasez de combustible, rapiña, valores podridos, insensibilidad, costumbre, impunidad, ambiente enrarecido, pretextos, ausencia de gobierno, delitos, imprudencia, candidez humana, muchos vicios y errores de muchos hicieron que se formara un coctel explosivo que detono en la tarde del viernes 18 de enero en el municipio de Tlahuelilpan, del Estado de Hidalgo.

Han corrido cientos de textos, reflexiones, videos, memes, comentarios, editoriales, conferencias, testimonios, columnas en diarios nacionales y extranjeros, la nota le dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos y muchos fuera de este país no entienden la lógica de los mexicanos que expusieron su vida de esa manera, no hay lógica racional en un país identificado como con gran riqueza en hidrocarburos que cientos de personas hayan acudido a obtener unos cuantos de un líquido que ni siquiera tiene un valor mercantil significativo, ni fuera del alcance de los bolsillos de quienes tienen un auto particular.

¿Quiénes son responsables? Se preguntan todos, muchos tienes por respuesta oportuna y primera, las personas que llegaron a tomar algo que no era de ellos, trepados en la “moda” regional de que el combustible es de los mexicanos y que si los de arriba roban, ellos ¿por qué no?

Cuando hace dos semanas algunos comentaristas se preguntaban, si AMLO estaba totalmente cierto de la lucha emprendida contra la erradicación del huachicol implicada, ellos dudaban que la empresa saliera tan fácil, y pues ya se vio que no, que hay demasiados intereses, demasiada resistencia y que el tamaño de esos intereses va de arriba hacia abajo, muchos se acostumbraron a recibir fuertes cantidades de dinero proveniente del robo de combustibles y no quieren que deje de seguir fluyendo, ni el combustible, ni el dinero.

Pero el accidente con toda la gravedad, el número de fallecidos, el tamaño del impacto mundial de la nota, no provocará lo que muchos creen que pasará, no ha servido de lección, porque las causas profundas subsisten en el país: es decir sigue habiendo muchos funcionarios altos, medianos y chicos propiciando y muchos otros participando en las migajas que caen del tubo roto.

Se ha investigado, documentado y expuesto ya el robo en las aguas del Golfo de México, millonadas de combustible robado en cada viaje de buque de Pemex, cientos o miles de pipas diarias saliendo anónimamente de las plantas de la empresa a estaciones expendedoras y claro los números que crecen todos los días de tomas clandestinas a lo largo de los ductos, es un mostro mil cabezas atizado por la voracidad de arriba y la necesidad de ganar dinero rápido abajo.

Abajo en las razones profundas de la pobreza urbana y de la región agrícola del Valle del Mezquital en Tula, está la imposibilidad de terminar con un problema por la simple voluntad del presidente de México, ahí en Tlahuelilpan y la región hay mucho joven dispuesto a entrarle al negocio del huachicol, son los mismos jóvenes que en Michoacán, Guererro, Sinaloa, Chihuahua o Tamaulipas le entran al negocio de la venta de droga porque no tienen expectativas de futuro, entran sabiendo que un negocio ilegal, así como empieza y sube como la espuma, se esfuma en un segundo, en una bala, en una cajuela o en un incendio. Esos ejército de jóvenes y algunos no tan jóvenes, que son también presas para la consecución de votos rápidos en temporadas electorales, de grupos de choque en momentos críticos, seguirán, la tarea para AMLO es titánica, el huachicol como la droga se socializo muy rápido, la población de esas comunidades lo ven como normal, como justo, como parte del México que les toca, si arriba roban, ellos porque no.

Y no es que vivan en extrema pobreza, ni siquiera en la miseria, en Tlahuelilpan por ejemplo el 98% de la población tiene todos los servicios básicos, es un municipio urbanizado que ha tenido incontables alternancias políticas al frente del gobierno municipal, fue el primer municipio de Hidalgo en saber lo que era la alternancia en el lejano año de 1984, ahí en el siniestro murió gente de todo tipo: huachicoleros, curiosos, transeúntes, líderes de la delincuencia y hasta niños inocentes que fueron llevados sin saber a qué iban a la muerte.

Es mentira que quienes estaban ahí lo fueran por ser pobres, ser pobres no es sinónimo de optar por el camino difícil de la delincuencia, muchos encumbrados funcionarios que juegan golf también son huachicoleros, es mentira que todos fueran delincuentes, porque sin duda murieron gente intrépida que pensó que no podía pasar nada y personas que tal vez era la primera vez que acudían a la rapiña.

Acusan a los militares de no haber impedido que la gente hiciera lo que hizo, si los militares hubiera hecho lo que saben, hoy la nota sería que tal vez hubiera muertos de bala, por un enfrentamiento entre efectivos del ejército y población civil, sería la nota mundial que el gobierno del tabasqueño se estrenaba con una masacre de civiles. Hay muchos otros que sin duda fueron omisos, fallaron en la prevención, pero en el caos que se vive, las culpas les tocan a los tres niveles de gobierno, la tragedia se pudo evitar pero es más fácil que se repita a que sirva de lección desafortunadamente el tejido social en muchas regiones está desecho, será una labor de muchos años revertir lo que hoy anidan en su corazón muchas personas que consideran que su país no les ofrece alternativas, aunque si las ofrezca, hay una siembre cultural de un mundo más fácil y atractivo que los bombardea, que les dice que si en su individualidad están bien que el mundo se joda y pues ellos salen a que el mundo se joda con su presencia, el problema es que son ejército.

El sabotaje y la delincuencia siguen actuando con la complicidad de muchos arriba todavía, que los protegen, que no quieren que se acabe el negocio, así como en los linchamientos de Santa Ana y Metepec, generar el caos genera dividendos sobre todo evita que se ponga orden, porque el caos es el que genera ganancias.

Andrés Manuel López Obrador no puede, no debe cometer el mismo error que cometió Calderón en su lucha contra la droga, si en verdad pretende terminar con el problema debe atender el asunto en dos frentes principalmente: cortar las cabezas de los políticos que están metidos en el negocio, funcionarios federales, estatales y municipales, administrativos y de seguridad, al interior de Pemex y el sindicato petrolero y destinar altas sumas y estrategia a recomponer las regiones presas del huachicol, sacar a los ejércitos de jovenes dispuestos a seguir engrosando sus filas.

Calderón llenó de muertos el país, por cada sicario o halcón caído, todavía hay 10 dispuestos a entrar o 10 candidatos a ser metidos al negocio, dejo intacta la red política que los protege y la estructura financiera de estos, si AMLO hace exactamente eso, Tlahuelilpan se le puede repetir una y otra vez.

 

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