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Opinión

Benedicto XVI; una Iglesia que duerme y muere

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Economía versus Política

César Peña

El deceso del Papa emérito Benedicto XVI, no es equiparable, en ningún sentido, con los funerales de su antecesor Juan Pablo II. Aunque ambos circunscritos en la parte más crítica del catolicismo, con la autoridad cuestionada y resquebrajada, el segundo se tuvo que ir antes de tiempo en 2013 de la Silla de San Pedro para intentar revertir la vorágine de desprestigio que se acumulaba, sobre todo por la pompa de pederastia que acababa de estallar entrado el nuevo siglo, del cual, sólo le tocó la punta al polaco.

  1. Desde luego que el Vaticano intenta nuevamente hacer el mismo show que hizo con Karol Wojtila, sin embargo los creyentes han evolucionado y pese a los amplios sectores adoctrinados y fieles, hay otro sector menos apegado y un tanto escéptico, ubicado sobre todo en las nuevas generaciones.
    Muchos cuestionan la falta de contundencia de Ratzinger en los crecientes casos de abuso sexual de menores, en el deslinde ante el papel histórico de la Iglesia apoyando dictaduras y la propia militancia de Joseph en las juventudes nazistas y la escasa distancia que puso con esa ideología criminal.
    Pero el asunto más escabrosos para el alemán fue la protección a los Legionarios de Cristo, orden del mexicano Maciel Marcial señalada de innumerables abusos de curas a menores de edad en colegios administrados por ellos como el Colegio Cumbres y la Universidad Anáhuac, donde por cierto, obtenían y obtienen millonarios recursos con los cuales, según algunos testimonios, se compraba la voluntad papal.
    Benedicto XVI se va con un sabor a viejo de su Iglesia que no ha sabido renovarse y que sigue encontrando una pared ultraderechista y conservadora de intereses que siguen frenando cualquier intento reformista que se ha dado, sobre todo desde la llegada del argentino Bergoglio, el más avanzado alumno en ese sentido, pero también el más frenado y el más frustrado por ver que el rebaño sigue irremediablemente abandonando su credo.
    El Vaticano hizo de Wojtila un mártir a que anduvo paseando varios días como parte de las exequias que lucían desbordadas de un pueblo igualmente ataviado en viejas prendas dogmáticas y mucha cerrazón que con Ratzinger son más evidentes y que lucen tan desgastadas que resultan proco atractivas para el renovado mercado de la fe.
    Muy poco ha avanzado la Iglesia desde que Juan Pablo II llegó en 1978 hasta la fecha. Se han dado cambios mínimos al interior porque en el exterior, la sociedad sigue cambiando y evolucionando de tal suerte que los cerca de 2 mil millones de fieles siguen siendo más o menos la misma cifra desde el año 2 mil cuando se vaticinaba que el catolicismo crecería año con año para consolidar su trabajo evangélico.
    Pero eso no sucedió y por el contrario, hoy veremos en los siguientes días, un espectáculo que se magnificará igualmente con un ejército de dolientes ya mucho menor y contados periodistas llorones, inmersos en otro contexto, que afortunadamente está cambiando para bien.
    No hay que olvidar que la reforma pendiente de Wojtila, Benedicto y Bergoglio es atender los problemas del pueblo y no los del poder, abrirse totalmente a la inclusión y reconocimiento de la comunidad LGBTTTIQ+, cambiar su posición respecto al aborto, la ordenación de mujeres y saldar todas las deudas con la sociedad actual.
    No se puede pasar por alto que la Iglesia dice seguir los dictados de quien declaró que su reino no era de este mundo, pero se forraron por siglos los bolsillos de dinero y propiedades y en la actualidad muchos curas no han cambiado esto como tampoco lo ha hecho el Banco para las Obras de Religión, que no debería existir pero lo hace, demostrando que las manos del diablo son manejadas igualmente por Dios.

* Escritor, periodista y economista

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